miércoles, 25 de febrero de 2009

Hasta el final de sus días

Hace un rato al regresar del trabajo, me subí a una de esas combis que en algunas líneas de transporte colectivo, siguen siendo usadas como transporte, en ese momento noté como detrás de mi entró un chico de sudadera azul y se acomodó en el afamado banquillo de los acusados, y a un lado de él estaba una señora de unos 70 años de edad que de inmediato le dijo que le cuidara su bolsa.

El chico pensando que a lo mejor la señora le iba a pedirle que cambiara de asiento, le preguntó si quería que se moviera, la respuesta fue que no, sólo que iba a dejar su bolsa, porque estaba fumando e iba a acabar su cigarro, cuando voltee a mi lado estaba un niño de unos 5 años viva imagen de su papá, y supuse que la señora se bajó para no fumar en presencia del pequeño.

La señora con su pañoleta en la cabeza que dejaba asomar su pelo cano, unos lentes oscuros y un vestido de flores salió y en plena noche esperó a terminar su cigarro, con singular tranquilidad, que sólo había visto en algunos de mis amigos al fumarse su cigarro, pasaron unos minutos más, la señora piso el sobrante, la colilla se apagó y sin más entró al transporte que estaba a punto de salir y llevarnos a todos de vuelta a casa, me puse a pensar que en verdad la señora debe tener ese vicio de varios años y que ha sido difícil para ella dejarlo o ¿quizá nunca ha tenido la intención de querer dejar el cigarro?

Como sea se veía que disfrutaba y que le gusta fumar, no recuerdo haber visto otra persona de esa edad fumando a menos que fuera a Sara García en una de sus películas, pero en verdad me dejó pensando que ese vicio puede la acompañe hasta el final de sus días.

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