Siempre que es día 5 de enero me llena esa completa alegría de ver a los niños en las calles emocionados por soltar un globo y que el hilo llevé la carta con sus deseos e ilusiones de manera inmediata mis ojos siguen ese globo y sin importar lo que pase me pierdo en el tiempo y comienzo a recordar la alegría que sentía al ver irse el globo, aun cuando normalmente los detestaba y se me hacían los peores juguetes que un niño podía tener.
No puedo olvidar la carta incluida llevaba escrito con mi pésima ortografía lo que quería si esa ortografía que mi papá siempre quiso que mejorara pero que con el paso del tiempo me parece que es parte mas bien genética de mi familia; sin embargo esta carta que mandaba siempre llevaba en si la petición de algo; pasando por juguetes de acción, juguetes a control o mis favoritos de toda la vida los Transformers, mismos que hasta la fecha sigo coleccionando y que quizá en un futuro les dedique una entrada en este blog.
Todos estos pensamientos y recuerdos agolpados me hacen darme cuenta qué sigo siendo un niño que cree en la magia y qué aún tiene mucho por pedirle a los reyes magos.
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